No siempre es fácil enfrentarse a los restos del pasado. Nuestras vidas cotidianas en el mundo contemporáneo nos alejan inevitablemente de aquellas formas de vida que ya han desaparecido. Reconocemos la magnificencia de los edificios, nos sorprendemos de su presencia pero, en realidad, son una especie de enigma impenetrable replegado en su propia historia. Pero si nos tomamos el tiempo necesario y si tenemos la fortuna de que nos acompañe algún amigo entendido, quizás las cosas resulten de otra manera. Basta con dejar que la imaginación haga su trabajo y nos lleve de viaje en el tiempo: los restos se revelarán como el gran escenario en el que ocurrieron hechos memorables y, de repente, nos parecerá que, en realidad, no ha pasado tanto tiempo.