En el corazón de Santillana del Mar se encuentra la Colegiata de Santa Juliana, una gran iglesia románica cuyos orígenes se remontan al siglo VIII, cuando un grupo de monjes peregrinos llegaron con las reliquias de Santa Juliana de Nicomedia, condenada por su propio padre y martirizada en Turquía por no querer desposarse con un prefecto romano, pagano, para mas inri.
De la ermita original que construyeron para albergar sus restos no queda nada. Sobre ella se levantó un gran monasterio que posteriormente, en el siglo XI pasó a tener la categoría de Colegiata, parada obligada de peregrinos que caminaban hacia Santiago.
Una impresionante iglesia que sigue modelos del Románico internacional y cuya solidez arquitectónica contrasta con la paz y la espiritualidad que se respira en su interior.
En 1883 D. Máximo Díaz de Quijano, indiano enriquecido en América, encargó a Gaudí el diseño de un hotelito junto al palacio de Sobrellano, residencia del Marqués de Comillas. El apartamento de verano, que en origen se denominó Villa Quijano, pasó a conocerse como “El Capricho”, un auténtico antojo fantasioso cuyos colores y formas arborescentes hacen que se mimetice con su entorno natural.
El Capricho fue concebido como un heterogéneo palacete de descanso, en cuyos imaginativos rasgos orientalizantes y medievales se aprecia la influencia del arte neomudéjar.
Las grandes aficiones de su dueño, el cuidado de plantas exóticas y la música, quedan patentes en la rica ornamentación arquitectónica del palacete. En sus delicadas vidrieras podemos apreciar imágenes de animales e insectos acompañados de instrumentos musicales, como el vitral de la libélula y la guitarra o el del gorrión sobre un órgano.
Los bosques de las montañas húmedas y frías del norte -Pirineos y Cordillera Cantábrica- dan cobijo a especies tan emblemáticas como el oso pardo, el lobo ibérico o el quebrantahuesos; mientras que en los bosques mediterráneos todavía, con algo de suerte, podemos descubrir al escaso lince ibérico y al águila imperial ibérica. Podemos incluso asistir, con las primeras lluvias del otoño, al espectáculo de la “berrea” -donde los ciervos machos se enfrentan en combate a sus adversarios para intentar mantener su dominio sobre la manada-. Por último, no podemos olvidarnos de los humedales, lugares en los que se concentran para reproducirse o pasar el invierno gran cantidad de aves.
Por su especial localización geográfica -a tan solo 14 Km. del norte de África- España es puente y punto de encuentro de las aves migratorias que cada año atraviesan la península en sus largos viajes primaverales hacia el norte -camino de sus zonas de cría-, y de regreso hacia el sur al finalizar el verano, para pasar el invierno en África.