En la ciudad de Trujillo nació Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas, o Francisco Pizarro, quien mandó edificar iglesia y capellanía, construyéndose el Palacio de la Conquista como recordatorio de la procedencia extremeña de uno de los últimos avanzados en tierras americanas del entonces imperio Español. Gran patrimonio trajeron de las Américas los indianos, que no sólo levantaron palacios y residencias señoriales, sino que colaboraron en la construcción de capillas y hospitales, edificios de los que aún podemos disfrutar cuando caminamos por sus intrincadas callejuelas.
En el corazón de Santillana del Mar se encuentra la Colegiata de Santa Juliana, una gran iglesia románica cuyos orígenes se remontan al siglo VIII, cuando un grupo de monjes peregrinos llegaron con las reliquias de Santa Juliana de Nicomedia, condenada por su propio padre y martirizada en Turquía por no querer desposarse con un prefecto romano, pagano, para mas inri.
De la ermita original que construyeron para albergar sus restos no queda nada. Sobre ella se levantó un gran monasterio que posteriormente, en el siglo XI pasó a tener la categoría de Colegiata, parada obligada de peregrinos que caminaban hacia Santiago.
Una impresionante iglesia que sigue modelos del Románico internacional y cuya solidez arquitectónica contrasta con la paz y la espiritualidad que se respira en su interior.
El monasterio jerónimo fue construido a principio del siglo XV evidenciando –con un claustro gótico y otro renacentista- el cambio de estilos de la época. En el Cuarto Real, construido por Gaspar de Vega a mediados del XVI según las instrucciones del emperador, destaca la sencillez y la lógica distribución para un retiro religioso, situado junto al altar de la iglesia bajo el cual el emperador pidió ser sepultado. Y allí permanecieron sus restos hasta que su hijo, Felipe II ordenó su traslado al Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial.
Encerrado entre impresionantes murallas medievales, su casco histórico conserva palacios, templos, conventos y residencias, fruto de un pasado protagonizado por las culturas que en ella convivieron: la comunidad judía, la musulmana y la cristiana dejaron su impronta y las tres forman parte viva de nuestro legado cultural.
Ávila es también la ciudad de la mística y de la espiritualidad. Todo en Ávila nos lleva a Santa Teresa, Doctora de la iglesia católica; siguiendo sus pasos recorreremos desde su casa natal hasta el lugar de su enterramiento, pasando por los conventos en los que estuvo enclaustrada al principio de su vida y los que fundó tras constituir la orden de las carmelitas descalzas.
La mezquita de Córdoba, la ciudad califal de Medina Azahara o la Alhambra de Granada son ejemplos únicos del esplendor de la cultura árabe en la Península que, a lo largo de la historia, no ha dejado de alimentar la fantasía de curiosos y viajeros.
La convivencia entre los pueblos musulmanes y cristianos durante tanto tiempo dieron lugar a ricos enclaves urbanísticos, artísticos y por supuesto gastronómicos, que aún perduran y de los que los españoles somos verdaderos sucesores.
Barcelona es una de las ciudades europeas que mejor convive con sus vestigios del pasado, con sus orígenes, y que, a la vez, mejor los conserva. En THE REAL THING te invitamos a sumergirte en un fascinante viaje en el tiempo, en el que a través de la arquitectura iremos desvelando todos los secretos de la historia de la ciudad: los restos romanos del templo de Augusto; la solemnidad de las iglesias y monasterios románicos, perfectamente conservados; la insolencia del gótico catalán de Santa Maria del Mar; los edificios civiles y los palacios de las nuevas clases sociales que emergieron gracias a la riqueza que venía del mar; las sucesivas murallas que ahogaban la ciudad…
Ven con nosotros y déjate seducir por la belleza de las piedras y la intensidad de la historia.
Hoy en día se puede evocar aquella grandeza visitando núcleos urbanos abandonados como Clunia, Termancia y Numancia, en la provincia de Soria. Pero, sobre todo, se puede saborear el gusto del Imperio Romano en ciudades donde se integran con naturalidad los restos vivos de Hispania, como ocurre en Segovia donde aún se alza su magnífico acueducto o en Mérida, donde el teatro sigue acogiendo uno de los festivales de teatro clásico más importantes de Europa.
La mezcla de estilos antiguos y las nuevas necesidades del estado moderno hacen que aparezcan lugares tan fascinantes como el Convento de San Juan de los Reyes en Toledo, el Panteón Real de Granada, el Palacio de Carlos V en Granada, el Monasterio de Guadalupe en Cáceres, la Universidad de Salamanca, el Convento de San Pablo en Valladolid o el Hospital de la Santa Cruz en Toledo, en los que, contemplando sus ricas fachadas y deambulando por sus misteriosos interiores, todavía descubrimos el sabor de una época de grandes cambios y profunda agitación.
Las vidrieras coloreadas que presiden los muros de estas catedrales están llenas de belleza y de misterio, de narraciones hechas a los fieles que deambulan por sus anchas y altas naves de bóvedas de crucería y capiteles historiados. Toda una lección de arquitectura y de hitos constructivos que aún hoy no deja de sorprender.