Su visita es casi obligada, pero está claro que no vale cualquier tipo de visita. Nosotros proponemos una muy especial, deteniéndonos en lo mejor y más interesante que puede ofrecernos este gran museo. No será una visita con prisas, será pausada y esencial, y lo suficientemente enriquecedora para que nunca se nos olvide que ese cuadro lo vimos en el Museo del Prado. Acompañados de guías con una visión particular y meditada sobre la Pinacoteca, disfrutaremos de la pintura y de todo lo que conlleva una visita a un lugar lleno de historias y de belleza.
Gemelo en importancia al Museo del Prado en lo que se refiere a escultura, este museo guarda en sus salas artesonadas uno de los tesoros más importantes de la historia del arte universal. A diferencia de lo que sucedió en el resto de Europa, la gran mayoría de escultura barroca española se realizó combinando la talla de madera y la pintura. Esta técnica permitió realizar obras de un naturalismo extremo y de una belleza sobrecogedora.
La extraordinaria colección del Museo Nacional de Escultura es única en el mundo y a través de obras maestras de Juan de Juni, Gregorio Fernández, Alonso Cano, Salzillo o Pedro de Mena, revela una espiritualidad tan sensual como cruda, característica del Siglo de Oro español.
El paisaje, sin duda, acompaña este camino interior transformándose a medida que se avanza: para llegar a Santiago es necesario cruzar los bosques navarros, las ricas riberas riojanas, el páramo de los campos de Castilla y, por último, los montes leoneses y gallegos.
El Camino de Santiago se convierte sin duda en una experiencia única para todos aquellos que deciden ponerse las botas y empezar a caminar.
Estas dos ramas se unen en Puente la Reina (Navarra) y, ya como un único camino, cruza el Norte de la Península Ibérica de Este a Oeste. El trasiego continuo de peregrinos a lo largo de los siglos convirtió esta ruta en uno de los principales ejes económicos y culturales del Occidente cristiano.
A su paso se levantaron ciudades, se desarrolló el comercio y, sobre todo, se produjo un intensísimo intercambio cultural y artístico entre peregrinos que portaban consigo saberes y noticias de lugares y contextos muy distintos. Por este motivo, en 1993 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Arte Cristiano Tras el descubrimiento de las reliquias del Santo, el Camino de Santiago fue apoyado por Carlomagno y por todos los reyes cristianos del Norte de la Península. Esto permitió un rapidísimo desarrollo de las ciudades y pueblos por los que pasa. Por eso, hacer el Camino es también una manera hacer un recorrido por el arte cristiano medieval visitando algunos de los lugares más fascinantes creados en aquel tiempo.La Catedral de Jaca es quizás un ejemplo modesto, pero es la primera gran construcción a este lado de los Pirineos y ya anuncia la importancia de lo que encontraremos más adelante. Iglesias como el Santo Sepulcro de Torres del Río, San Martín de Frómista o San Nicolás de Portomarín; monasterios como el de Santa María la Real en Nájera, San Juan de Ortega en Burgos o San Julián de Samos; y grandes catedrales como las de Burgos, León y Astorga dan idea del esplendor artístico característico del Camino que desemboca en la Catedral de Santiago, sin duda uno de los edificios más hermosos de toda la arquitectura europea.
Frente a la sobria devoción castellana y sus procesiones de silencio, la sevillana sorprende al visitante –como sorprendió al poeta- con sus saetas y palmas y con el exceso de su fervor que toma la ciudad por entero los días de Semana Santa.
Los pasos procesionales, auténticas joyas escultóricas y artesanales, merecen una visita durante todo el año, recorriendo la ciudad y sus iglesias: en cada barrio una cofradía y, en cada cofradía, una devoción cuyas tradiciones y secretos pasan de padres a hijos, que saldrán como penitentes en las Hermandades.
Sin duda el máximo esplendor de la ciudad es durante las celebraciones religiosas y, por supuesto, las procesiones, donde hileras de encapuchados que acompañan a las imágenes, llevadas a pulso por los costaleros, recorren las calles de balcones engalanados desde los que se cantan las saetas, una oración que en Andalucía tiene resabios flamencos.
La riqueza deslumbrante de las imágenes castellanas y la intensa participación popular, hacen de esta fiesta que celebra todo el país, un evento de gran valor cultural.
Inspirado arquitectónicamente en el mítico templo de Salomón en Jerusalén, este impresionante edificio debía cumplir las funciones de palacio para la corte, gran basílica digna de un monarca católico, panteón real, donde están enterrados todos los reyes de España, y biblioteca, una de las más interesantes y bellas de todo el Renacimiento europeo. Se trata sin duda de uno de los edificios más fascinantes construidos nunca en España y que revela el inmenso poder de los monarcas españoles durante la Edad Moderna.
Declarado por la Unesco Monumento Patrimonio de la Humanidad desde 1984, la Alhambra es realmente un lugar único en España, porque resume su herencia islámica de más de 400 años y le otorga una originalidad histórica propia respecto al resto de Europa. No hay un lugar en el mundo que sea un cruce de caminos tan importante como este palacio nazarí, de tal belleza, que una puesta de sol sobre sus almenas merece todo un viaje.
En el Teatro-Museo se reúnen muchas de las piezas más emblemáticas de Dalí, convirtiendo su visita en una experiencia total de lo que supone su obra como él mismo la entendía. Para seguir el periplo mediterráneo de este artista internacional es imprescindible conocer también su casa en Portlligat, donde le visitaron Picasso, Duchamp o Lorca, y el castillo medieval de Púbol, dedicado en todos los sentidos a su mujer Gala Dalí.
La mezquita de Córdoba es el edificio que mejor se conserva de todo ese periodo de esplendor. Fue ampliándose en tamaño y belleza según la ciudad iba adquiriendo importancia política y social, siendo respetada incluso durante la Reconquista, convirtiéndose en 1238 en una catedral cristiana, así sus mosaicos traídos de Bizancio, el maravilloso sistema de arcos de herradura bicolor y su majestuosidad acogieron sucesivas ampliaciones siguiendo los estilos propios del renacimiento y el barroco.
Efectivamente, Isabel la Católica sentía profunda devoción por esta Virgen y vino en varias ocasiones durante su reinado. De entre las joyas que se conservan en el monasterio, obras de El Greco o Luca Giordano, preciosos libros miniados producidos en el propio scriptorium del monasterio, la más espectacular es sin duda la sacristía decorada con las pinturas que los monjes encargaron a Francisco de Zurbarán, siendo la imagen de San Jerónimo que allí se conserva una de las más bellas de toda su carrera.