El toro bravo en su hábitat

El ecosistema del toro de lidia configura uno de los paisajes más impresionantes de la geografía española. En él, además del toro, conviven otras especies como el jabalí, el conejo, el ciervo, el gamo o la perdiz. Conocer a fondo la dehesa ibérica es en sí un plan ideal. Allí pasa cuatro o cinco años el toro, viviendo en libertad y con un equipo de personas -con el ganadero y el mayoral al frente- dedicados en cuerpo y alma a su crecimiento hasta que llegue el momento de demostrar su bravura en la plaza.

El tentadero es la prueba previa de esta bravura. En sus distintas modalidades: de vacas, a campo abierto, de machos -con ramas para que el toro no aprenda antes de tiempo del contacto con las muletas y los capotes…- es siempre una labor intensa de selección del ganado para ofrecer al público los mejores ejemplares. Estos tentaderos son, además, la pretemporada, el entrenamiento perfecto de los toreros.

Visitar una finca de reses bravas, compartir la comida y las labores del campo con los ganaderos y mayorales es una experiencia irrepetible. Más aún si en los meses de tentadero -entre noviembre y abril- se puede completar la visita viviendo desde dentro esta prueba de bravura con reses bravas y toreros.